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Por eso han desaparecido las lluvias refrescantes,
    y ya no llega la lluvia de primavera.
Te ves tan descarada como una prostituta
    que no tiene vergüenza alguna.
Pero ahora me dices:
    “Padre, tú eres el compañero de mi juventud,
¿vas a seguir enojado?
    ¿Te va a durar el enojo para siempre?”
Y mientras lo dices,
    haces todo el mal que puedes».

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